Carta desesperada sin número

Era de madrugada y el llanto se ahogó en mi garganta. ¿Por qué tienes que ser una pesadilla si puedo sentirte corriendo en mis venas? La intempestividad con que por fin me miraste, tu agresividad y vulgaridad hicieron de mí jirones sentimentalistas que ven la luz en estas líneas que escribo.

Y ahí estaba él también, quizá porque tiene algo que me es muy familiar. Derramar unas cuantas lágrimas me ha aliviado lo suficiente como para continuar el día a día.

Hacia el oriente, como vaso canope he dejado algunos órganos y ahí mismo deposité un pedazo de tí para ver si así libero un poco mi carga. Quiero que sepas que no te olvido, puedo entenderte.

De lo que sí estoy segura es que te extraño... no sabes cuánta falta me has hecho y que espero verte pronto aunque no me hables, aunque no me mires.



Comentarios

Entradas populares de este blog

EL WAAJIKOOL: UN RITUAL AGRÍCOLA EN K’ANTEMO’

La Jícara Celeste

Sisal, el puerto y otras anécdotas