Por qué siempre regreso...



Hace cosa de un mes, entró una rata parturienta a la casa, cómo logró colarse aún es un misterio para mi. No tardé en darme cuenta de su presencia, a decir verdad por el olor asqueroso que despiden sus heces y orines. Inmediatamente nos dimos a la tarea de cazarla con las trampitas pegajosas y veneno para ratas.

Estuvo ausente por tres o cuatro días que nos hizo pensar que se había muerto por el veneno y teníamos que buscarle antes de que apestara dentro de la casa pero ese día debíamos viajar a Valladolid y a nuestro regreso encontramos a la rata pegada en una de las trampas, el suelo ligeramente ensangrentado y un asco profundo; enseguida nos dimos a la tarea de limpiar y buscar su escondite, el cual resultó estar debajo de la escalera, donde guardamos cual enanos su tesoro, la memoria de nuestros mejores días. Era hembra porque ahí mismo estaban sus siete crías y todo el veneno apilado. Debo decir que sentí mucha lástima por ella, por sus crías, pues al igual que yo, estaba recién parida e indiscutiblemente tenían que morir.

Aprovechamos para ordenar nuevamente y deshacernos de algunas cosas, y revisando mi caja encontré un cerro de viejas fotografías, entre ellas esta que me transportó a mi infancia con los recuerdos felices de aquél entonces. Pensé en regresarla a su anonimato pero algo me dijo que merecía escribirle aunque sea un párrafo... la reservé en uno de mis tantos diarios... y hoy en la noche que estaba escribiendo sobre el k'ax t'an de Hondzonot, revisé mi diario de campo y ahí estaba, hice una pausa para hacerle la justicia prometida.

Y es que si la pirámide de Kukulkán tuviera boca, podría decirles cuantas veces he ido a ese lugar, fui con toda mi familia muchas veces, luego sólo con papá y mi hermanita, luego mi hermanita y yo, mis compañeros de la universidad conmigo, mi esposo y yo; mi primer hijo, mi esposo y yo... y no pasará mucho tiempo en que vuelva con mis dos hijos y mi esposo.

Yucatán es para mí, una cajita de recuerdos. Todos ellos buenos, aunque algunos caprichosos pero igual de buenos. Es un lugar que no deja de sorprenderme, que me gusta y en donde espero pasar mi vejez en algún lugar de allá.





Comentarios

Entradas populares de este blog

EL WAAJIKOOL: UN RITUAL AGRÍCOLA EN K’ANTEMO’

La Jícara Celeste

Sisal, el puerto y otras anécdotas