Misterios del mayab.
Convivir algunos días con mi familia política en Valladolid me ha sumergido en una "cosa" supersticiosa, y es que tener un crío tan pequeño te hace acreedor a toda clase de consejos, desde los más básicos e incómodos hasta los que rayan en lo absurdo.
Que no le saques porque está malo el tiempo, que la limpia para el espanto, que baño de hierbas para el mal de ojo, que ponle una prenda al revés para que no le hagan ojo, ponle un pulsito rojo, no la lleves al cementerio, cámbiate de blusa porque acabas de regresar del cementerio, báñate mejor porque acabas de llegar del cementerio, lávate las manos -el más básico y sensato-, no comas chile, no comas frijoles... ¿sigo?
Hoy accedí a que mi suegra me enseñara a pasarle el huevo a los "chiquitos" cuando están molestitos sin razón alguna aparente. Tomas el huevo de patio con la mano derecha y se lo untas desde la cabeza hasta los pies con movimientos cortos y descendentes para sacar el mal por los pies, has de pasar por el cuello, los brazos, las piernas, la espalda hasta concluir en los pies, luego lo rompes y lo echas en un vaso de cristal transparente con agua previamente dispuesto. Lo observas y puedes deducir con base a las formas si le hicieron ojo, si es aire o no tiene nada como en el caso de Isabella. El huevo en el vaso lo arrojas lejos de la casa.
Para el espanto, recomiendan un baño a base de ruda, albahaca y pétalos de rosa. Le untarás desde la cabeza hasta los pies para sacar el mal, mientras le jabonas la cabeza y el cuerpecito. Al terminar le secas con una camisa sudada del padre y con ello debe quedar bien, dormirá largo y tendido porque la efectividad de dicho menjunje es alta y fuerte. El agua que queda se tira fuera de la casa en un lugar donde no sea de mucho tránsito para que cure.
También me han enseñado a "tronar" el empacho, dicho sea de paso me ha sido de utilidad muchas veces con mi primer hijo.
Llegas con una ideología, pero estando los días la duda se siembra y "por si las moscas" ya tomé nota, a fin de cuentas estoy en el Mayab.
Que no le saques porque está malo el tiempo, que la limpia para el espanto, que baño de hierbas para el mal de ojo, que ponle una prenda al revés para que no le hagan ojo, ponle un pulsito rojo, no la lleves al cementerio, cámbiate de blusa porque acabas de regresar del cementerio, báñate mejor porque acabas de llegar del cementerio, lávate las manos -el más básico y sensato-, no comas chile, no comas frijoles... ¿sigo?
Hoy accedí a que mi suegra me enseñara a pasarle el huevo a los "chiquitos" cuando están molestitos sin razón alguna aparente. Tomas el huevo de patio con la mano derecha y se lo untas desde la cabeza hasta los pies con movimientos cortos y descendentes para sacar el mal por los pies, has de pasar por el cuello, los brazos, las piernas, la espalda hasta concluir en los pies, luego lo rompes y lo echas en un vaso de cristal transparente con agua previamente dispuesto. Lo observas y puedes deducir con base a las formas si le hicieron ojo, si es aire o no tiene nada como en el caso de Isabella. El huevo en el vaso lo arrojas lejos de la casa.
Para el espanto, recomiendan un baño a base de ruda, albahaca y pétalos de rosa. Le untarás desde la cabeza hasta los pies para sacar el mal, mientras le jabonas la cabeza y el cuerpecito. Al terminar le secas con una camisa sudada del padre y con ello debe quedar bien, dormirá largo y tendido porque la efectividad de dicho menjunje es alta y fuerte. El agua que queda se tira fuera de la casa en un lugar donde no sea de mucho tránsito para que cure.
También me han enseñado a "tronar" el empacho, dicho sea de paso me ha sido de utilidad muchas veces con mi primer hijo.
Llegas con una ideología, pero estando los días la duda se siembra y "por si las moscas" ya tomé nota, a fin de cuentas estoy en el Mayab.
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