FLASH BACK

El día de ayer que fuimos a ver nuestro huerto en Tixhualactún, Yucatán, una localidad muy cercana a Valladolid me llevé como siempre mi cámara y una libreta que fue un diario de vida y campo hacia el 2007. En el trayecto iba revisando todas las notas puestas ahí y entre ellas encontré unas notas de tradición oral de Kantemó, Yucatán, un poblado que se encuentra en el municipio de Tekax, otrora he publicado una breve etnografía sobre el ritual de la primicia. Poco a poco iré publicando uno a uno los mitos y cuentos.


EL SABIO INCAUTO

 Don José cuenta que el sabio del pueblo aconsejó a un campesino que afligido recurrió a pedir ayuda para deshacerse de la Xtabay. Primero le dijo que en su carabina metiera tomatillos y con eso lograría matarle. Así lo hiz...o y sólo la hirió, al segundo día regresó de nuevo con el sabio y este le sugirió que metiera pedazos de plomo con cera, así lo hizo y esta vez la hirió de muerte porque en último momento decidió ponerle balas a su arma. La Xtabay gritó ¡Ya me mataste!
El campesino fue a hablar a las autoridades y cuando estos llegaron con sus lámparas vieron que el cadáver era de una persona disfrazada de la Xtabay, sorprendido quedó el campesino al percatarse de que el cuerpo pertenecía al sabio que lo único que hacía era robarse sus gallinas.




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Esta vez pequé de confiada como el sabio del cuento. Hace quince días que fuimos y la hierba estaba corta pero ayer, ayer era una selva, debido a las constantes lluvias la entrada estaba anegada y no había paso, así que brincamos la albarrada por una parte que estaba un poco derrumbada, señal de que han estado entrando personas extrañas a ver que se roban como ya lo han hecho con el bambú, las mandarinas y toronjas el año pasado, en fin, supongo que es el precio por no vivir allá.

Y bueno, ahí me tienen, con la tripa de ocho meses pasando entre las piedras y la hierba crecida hasta mis pechos, en chanclas de pata de gallo, playera manga corta y short. Me puse a deshierbar alrededor de algunas plantas de maíz y despejé un poco las calabazas para tomarles una fotografía, hasta que la comezón se hizo presente en mis brazos. Decidí ir a ver los cítricos y los chiles -estos no se lograron, las plantas perecieron- y cuando di la vuelta que siento el ardor en la piel y una necesidad incontrolable de rascarme horrible, esta vez no me aguanté y me rasqué, con el sol que salía a ratos el escozor era cada vez peor, por fortuna de repente se nubló, empezó a tronar y relampaguear, así que emprendimos la huida. Llegando al auto lo primero que hice fue lavarme con agua y no volver a rascarme. Pasadas cuatro horas cesó el ardor y la comezón, sólo quedaba roja la parte donde la ortiga hizo de las suyas.

Nuestros amigos vecinos del huerto nos invitaron en doce días a la fiesta de gremios a comer relleno negro y chicharra, esperamos poder asistir porque cada vez el embarazo me pesa más.

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