Sol de Quema



Tres días enteros de recorridos por esta laja de piedra caliza llamada Península de Yucatán, con el característico sol rojizo de medio día por tanta humareda que no anuncia otra cosa más que la quema, para que con las primeras lluvias de mayo comience la siembra. Los naranjos de hojas enrrolladas como cucuruchos nos saludaban estoicos al hervor del kankab (o tierra roja) que a manera de espejismo se nos semejaba un charco de agua.

Fueron días de labios secos y partidos por la exposición al sol en horas álgidas, afortunadamente siempre cargo con mi barrita de manteca de cacao, enseñanza paterna.

Iniciamos lo que sería nuestra "ruta del tren", una ocurrencia e inquietud de Jaime y Yo. Ese tren tiene un magnetismo que no logro describir, muy burdamente digo que es como la luz atrae a los bichos. Pasamos por Tinum, Uayma, Xocempich, Pisté, Kanxoc, Kikil, Tizimín, Río Lagartos y Las Coloradas. Tomé fotografías hasta el cansancio.

Entré a un cenote en Tekom, tenía unas lamparitas de luz lánguida, mis ojos no terminaron de acostumbrarse a la oscuridad, baje a tientas, con mucho cuidado agarrándome de las paredes lodosas y chiclosas, por un momento me desesperó no saber lo que carajos estaba agarrando de consistencia viscosa, cuando hube llegado hasta donde se encontraba el agua cristalina, azul profundo con la oquedad en el techo semitapada por unos cuantos bloques de concreto, pude ver mis manos manchadas de lodo blanco, tomé algunas fotografías sin esperanzas de que se lograran pues el alcance de mi flash es de apenas 5 metros y la oscuridad era apabullante. Ya me estaba acostumbrando a la quietud de la cueva, cantaban sus goteras, evocaba mis recuerdos cuando del agujero de la bóveda bajo bailando un vals un vaso desechable hasta flotar en el agua, joder, fue lo único que pensé, emprendí la cuesta arriba. Con el vientre endurecido y el corazón a punto de salírseme, pude darle las gracias al policía que custodia la entrada.

Pasamos especialmente a Tixhualactun a contratar el agua potable para el terreno familiar, por fin contaremos con agua para iniciar actividades. De la semana santa mejor ni hablo, escapa a mis intereses personales y etnográficos; de ello sólo comentaré que me harté de comer tamales de chaya, mi paladar ansiaba probar proteína animal.

Mención especial para Tinum y Uayma que se encontraban en huelga exigiendo la destitución de sus alcaldes respectivos.

Para finalizar diré que una tal diseñadora extranjera (ignoro su lugar de origen) que se hace llamar Dutzi, abrió su tiendita de artesanías, una casa colonial en el barrio de San Juan, Valladolid. Las artesanías están elaboradas con materiales reciclados, en las etiquetas dice que trabaja con mujeres mayas. Los diseños no me parecieron cosa del otro mundo -he visto mejores en Campeche a un costo justo-, cuando le pregunté a la empleada de la tienda sobre los precios puso una cara entre incrédula y con una sonrisita que no terminaba de salir de sus labios -era más de pena ajena-, yo ya sabía que los precios serían exorbitantes a decir verdad por el tipo de local, etiquetas y decorado del mismo; sólo quería serciorarme maliciosamente aprovechando que la tía se encontraba sumida en su lap a un lado. "Espero y por lo menos el 50% del costo de este producto sea destinado a las mujeres mayas" vociferé, nos despedimos amablemente de la empleada que nos atendió. Una vez en el auto despotriqué más a los oídos castos de mi esposo quien tranquilamente asentía con la cabeza. Que chollos no son!

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