CARDO
Ocurre que no me siento sin tu abrazo
que las tardes son penumbra
y mis lunas desfiguradas
por el hechizo de esos tus labios,
agrietados y yermos.
Un canto de hostilidad es tu respiración,
vaho espeso de sufrimiento
tan patético, tan nostálgico,
acongojado en algun rincón del pasillo.
Partir los caminos y repartir
de la ira contenida el desasosiego,
la ansiedad de volcar sobre el mundo
el egoismo detestable, que me sabe, que me es
a todas luces un enemigo íntimo.
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