Sombra Iluminada
Digo sí, al café que tarda en ofrecerse. La prensa leída, un
par de buenas noticias y esta pereza de escribir lo que he pasado todo un día
pensando con la música de un piano comprensivo y la mirada perdida en el recuerdo
de la hoja suspendida. Ella observa mi caminata mientras contemplo mi mundo
minúsculo, nosotros, para sobrevivir, hemos de mimetizarnos con nuestro
entorno, algo muy parecido hacen ellos, la chinche marrón con patas de hoja
caduca en un árbol, los zompopos acarreando trocitos de vegetación muerta, las
alocadas hormigas negras que sólo hacen cosquillitas; la chachalaca que persigue
a un ave que asustada ha chocado con una roca y se ha vuelto a poner de pie
para huir, el murciélago que duerme en el techo huano de una palapa.
Le miro grácil y tostada, entre los árboles coposos que a
duras penas dejan pasar los rayos de sol y el suelo rocoso con el humus que
hiede la muerte de sus compañeras; pequeña e inmóvil, embellece todo cuanto existe
a su alrededor. Una hoja más pasa rozando a su lado, la luz ha logrado colarse,
su resplandor me ciega en un instante, al abrir los ojos veo mi sombra iluminada y aquella soberana hoja, atrapada en una
telaraña.
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