En sus marcas, ¿listos?, ¡fuera!

Isabella ya se encuentra instalada en nuestras vidas, nació al igual que el maíz, durante el mes que ostenta el título de poseer las noches de lunas más hermosas, buenas para enamorarse incluso de la vida que cada día parece diluirse en la convulsión socioeconómica actual.

Fer adaptándose a su nueva etapa de hermano mayor, se le ha visto tranquilo, aunque muy sensible, yo desde las alturas -lo digo porque estoy recluida en el segundo piso de mi casa desde hace cuatro días, más los que llevo desde una semana previa al nacimiento de Isa- he tratado de ser sumamente comprensiva y paciente con él. Me dieron tantos consejos para la transición de Fer que me he quedado con el que TODOS han coincidido: "Intégrenlo en las actividades de la nueva dinámica familiar", con cosas sencillas como vigilar a Isabella mientras voy por un pañal, que me alcance las toallitas húmedas, que tire a la basura el pañal sucio, etcétera. Al parecer ha respondido bien hasta ahora.

Yo vuelta loca con la lactancia que ha sido mucho más fácil que la primera vez con el nacimiento de Fer. Fastidiada de que me tengan en las alturas y no se me permita bajar aunque sea para cambiar de paisaje, comienzo a incomodarme y a sentir una molestia más allá de mi cuerpo aún adolorido por la maldita cesárea.

Jaime aunque ha sido reservado en sus comentarios le noto preocupado y hoy que le  pregunté directamente me dijo que cómo le vamos a hacer con dos...

En definitiva, Isabella ha sido un pequeño huracán en nuestras vidas.

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