NIÑOS LABRIEGOS
Dejarse enseñar por un niño y sorprenderse con lo que tiene
que decirnos es una experiencia gratificante. Habían cinco niños contando a
Fernando (mi hijo) quien no tardó en hacer amistad con Chelito, un niño que
apoyaba a su familia acarreando hierba recién cortada hasta la albarrada de
nuestro terreno en Tixhualactún. Cuando regresábamos de Valladolid con el
desayuno nos lo topamos con su mamá yendo a su casa a comer algo pues ya no
aguantaba el hambre y a decir verdad, nos habíamos demorado entre la
preparación de los alimentos y la búsqueda de una llave.
Les dijimos que ya llevábamos la comida y subieron a la
camioneta para regresar al terreno. Después de desayunar agachados con mesas improvisadas
nos dispusimos a sembrar mientras los demás terminaban de chapear. Los niños
Chelito y Edwin se sintieron atraídos por las semillas y observaban curiosos lo
que hacíamos hasta que les invitamos a participar en la siembra, gustosos
aceptaron ayudar, a Edwin se le asignó la bolsa con semillas de maíz, a Chelito
la de calabaza, a Fer los frijoles y Jaime el xúul (bastón plantador), yo tomaría
las fotografías y un par de videos, posteriormente me tocaría hacer el agujero
y echar semillas de maíz junto con los niños.
Edwin nos iba diciendo a simple vista dónde poner el xúul,
porque a veces topa con piedra y a veces se hunde suavemente; un niño que poco
a poco va adquiriendo el conocimiento de su abuelo y su padre. Chelito, al
igual que Fer se distraían por cualquier bicho que se encontraban en la tierra
y había que llamarles por el nombre de lo que les tocó echar en el agujero, esa
fue la única manera de que la siembra avanzara ya que el sol comenzaba a hacer
de las suyas sobre nuestras cabezas, brazos y espaldas. Chelito nos comentó que
una langosta negra con alas fucsias era de buena suerte y que significaba
dinero, su papá le había dicho eso, más tarde nos veríamos contrariados por la
kumá al ordenarle a los niños que la mataran porque esas se comen el maíz,
previamente habíamos abogado ante los niños y en repetidas ocasiones por la
vida del insecto, a fin de cuentas lo mataron.
La familia llevó consigo dos perros mestizos muy bravos y
desconfiados, yo creo que se han vuelto así debido al maltrato que reciben por
parte de todos los miembros de la familia. En cuanto nos olieron ya no volvieron
a mostrarnos los dientes en señal de hostilidad.
Otro par de niños permanecieron con sus parientes adultos,
ellos cooperaron con el chapeo a fin de ganarse $20 o $30 pesos por la jornada
de trabajo de ese día.
Los amigos de Tixhualactún, son una familia que se dedica a
la fabricación de luces artificiales, los cuales venden para engalanar los festejos
patronales, navidad, etcétera. Tiempo atrás hemos tenido la oportunidad de
visitar su taller y ver cómo fabrican algunos de sus productos.
La importancia de ese día radicó en que más que sembrar
maíz, sembramos conciencia en nuestro hijo y compartimos con los amigos de
Tixhualactún conocimientos, experiencias y un merecido desayuno.
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