La vida que late



Vacía es mi palabra, si acaso un sollozo la escucha
No tener, es albergar una ilusión marchita
Y en los troncos nevados de una laguna salina
Impuesta en la nada acecha…

Sonido acústico de un caracol
Himno del páramo alcaloide que invade
Tras días encallado en una luna menguante,
Hecho jirones la almohada evade.

Así me sentía hace cinco años, cuando aún no concebía a mi primer hijo quien ahora tiene cuatro años y se llama Fernando. Fueron tiempos muy oscuros, lastimosos, desastrosos para nuestros anhelos debidamente consensados de convertirnos en padres. En fin, Fernando posee una historia muy sui generis, su llegada a esta tierra fue una cubetada de agua helada a pesar de ser planeado en todos los aspectos. Sin duda es mi mejor maestro.

Este nuevo ser que de igual manera se planeó, nos ha tomado por sorpresa, no creímos que el tratamiento de fertilidad diera resultados tan rápidos, la vez pasada duramos dos años incluso con una inseminación artificial fallida. Apenas se nos está pasando el shock y poco a poco lo comenzamos a incluir en nuestras conversaciones diarias y Fernando ni se diga que está vuelto loco con la idea de tener un hermanito como sus demás compañeros de escuela. Todas las mañanas se levanta y me pregunta si su hermanito ya se despertó, poco a poco le enseño que desde ahora en adelante deberá compartirlo todo con su hermano menor, desde las golosinas hasta a papá y mamá.

En este segundo embarazo me siento con certidumbre, no tan ansiosa como la primera vez. Tengo plena confianza en mi cuerpo y en sus capacidades, me siento con el poder de decidir el rumbo de mi embarazo y cómo deseo vivirlo. La lactancia ya no me roba el sueño, contando que tengo amplia experiencia en el tema, no en vano Fer y Yo nos aventamos tres años y medio. Practicamos colecho desde su nacimiento y ha resultado una fórmula de descanso a los padres agotados y al apego de nuestro hijo quien suele ser muy cariñoso.

Con dos meses de gestación permaneció anónimo sin darme la más mínima molestia, todo ha transcurrido como la primera vez con la única diferencia de que con Fer sabíamos hasta el día exacto en que me embaracé y fue detectado en la quinta semana, maravillas de la ciencia médica. Presiento que será nuevamente un niño sin embargo hemos pensado nombres según el caso. Para niñas: Ximena, Isabela o Marissa. Para niños: Antonio, Emiliano o Leonardo.

De más está decir que me siento contenta, que estoy feliz de cargar en mi vientre a este bebé que es producto de un amor verdadero, no diré más.

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