Picante, pero sabroso


Se han cumplido aproximadamente dos años y medio desde que empecé con el cultivo de chiles. Existe una razón  por la cual comencé con los pimientos morrones, además de que me encantan, fue un reto para mí después  de haber fracasado con los chiles habaneros. 


La verdad es que mi experiencia con los pimientos fue muy gratificante, un año pude comer pimientos de mi huerto, con ellos aprendí  mucho y experimenté  con la agroecología una manera distinta de relacionarme con otros seres vivos. 

El día llegó, tenía  en mis manos las semillas de chiles habaneros que me obsequió Alfonsa, una amiga de mi mamá  que cultiva sus chiles en el patio de la casa donde trabaja realizando labores domésticas de manera permanente; en mi otra Palma se encontraban las semillas de chile de árbol, esperé  la luna y plante en tierra, realizando el riesgo diario, lograron germinar la mayoría  de las semillas, sin embargo, pocas plántulas sobrevivieron a las condiciones climáticas. Decidí que era mejor realizar un trasplante en la Luna creciente y así  lo hice, también  escogí el balcón  de mi recámara para colocarlas, ya que ahí  por lo menos tienen seis horas diarias de sol para desarrollarse adecuadamente. 

La carrera por la supervivencia comenzó, algunas otras plántulas murieron a pesar de recibir los mismos cuidados, algunas fueron robadas cuando cometí  el error de acomodarlas en el huerto delantero, ojalá  hayan sobrevivido aunque confieso que aún  estoy molesta por lo que pasó. 

Puse en práctica todo los conocimientos académicos y las enseñanzas que me han compartido quienes se dedican a labrar la tierra en la zona rural y ha sido muy enriquecedor darme cuenta de muchos procesos naturales, entenderlos y trabajar para superar los momentos en que parece que todo está  perdido. 

La única plántula de Chile de árbol que germinó, es una guerrera, se desarrolló fuerte y solo tuvo un ataque leve de áfidos después  de su primera floración, la cual fue un éxito, pues coseche  varios chiles que todavía conservó para hacer una salsa de lujo, y me enorgullece decir que continúa dando frutos ahora mismo en que escribo estas líneas. 

Las primera planta de Chile habanero que logró dar dos chiles, se pudieron, investigue en los manuales lo que podría  estar afectando y al final logró  un Chile más  que creció  y maduró  en la planta, su sabor, su pungencia y su olor eran muy Buenos; sin embargo, la planta es de muy baja producción. Le regalé  una a mi mamá y está  cargada con dos chiles. También  le di una de Chile de árbol, hija de mi hermosa planta y crece fuerte como su madre. 

Hay otras plantas que han tenido floración, pero no han logrado frutos. Y está  el mayor logró del chilar de balcón que he tenido que conseguirle un tutorado porque está  tan cargada que ya se me está  doblando la pobre. Una planta fuerte, que también  ha sorteado con el clima y las plagas. 

Esta es una de las cosas que me hacen feliz, cultivar mis alimentos favoritos cuidando el suelo que también  es un organismo vivo. 

 

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