En un día feliz.

Quise intentar escribirle al recuerdo que se va y cada vez es más difícil retomarlo para extraer esa última gota de su esencia de hiel pero ha sido inútil y he preferido, en cambio, escribirte a ti. Tú que trazas en mi rostro una sonrisa cada que evoco algo  tuyo, como la ternura que me provocas cuando olvidas las cosas y con toda seguridad antepones tus necesidades, soberano de ti mismo.
Me temo que extraviada la cordura nos encuentro tomados de la mano en algún momento del sueño que muero, te hallé preso y te he visto volar… y tu vuelo me ha motivado a emprender el mío. He tenido que ser muy valiente porque las alturas me aterran, es más fácil reptar la urbe con el semblante apagado, ensombrecido por los que ya no creen en la fantasía y su vómito de amargura es vaciado sobre la inocencia de los niños.
Es cierto que es tu cumpleaños cielo mío, he pensado tantas historias que he preferido huir a un parque y recostarme en el césped sin podar, perderme en el verde de su vida y tu azul, el azul que me da sosiego de saber que existes.


Carta desde la alcoba azul, diciembre de 2015.


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