BALCHE' SAGRADO: UNA BEBIDA CEREMONIAL MAYA

 Antes de tener mis primeros contactos con esta bebida, debo confesar que me entusiasma compartir mis anécdotas, porque las mismas, me han hecho comprender un poco más el pensamiento y costumbres mayas.

Soy ferviente estudiosa de los mayas desde que tenía poco más de siete años, hasta ese entonces, todo conocimiento provenía de los libros. Yo misma, soy el resultado de un proceso que lleva más de quinientos años; me apellido Poot, el vestigio de mi vena matrilineal maya; sin lengua, porque desde la generación de mi madre, en su familia no se habla la maya, nuestro último maya parlante fue mi abuelo, con quien pude tener una bonita relación cuando me fui a vivir a Chetumal para estudiar, pude practicar un poco la maya y me ayudó a hacer mis tareas de la Universidad para mi clase de Lengua Maya antes de que perdiera la memoria y falleciera.

Reconozco cuatro momentos reveladores en ese trayecto de búsqueda, el momento en que me di cuenta que mi apellido es maya; luego cuando me percaté que los mayas todavía existen y no son solo zonas arqueológicas; después al concluir la investigación de toda mi historia familiar, llegando hasta los archivos de migrantes en documentos oficiales españoles coloniales y no encontré más que muchos Poot por todas partes, pero ninguno con el nombre de alguno de mis ancestros (aquí es donde sonrío); el cuarto triste, cuando me dije a mí misma que no era maya, que no pensaba como maya, que no soñaba como maya y por si fuera poco, que no hablaba maya; que de maya solo tenía el apellido, sin embargo, desde entonces, haría todo lo posible por acrecentar mi comprensión sobre la raíz que todavía late y con más fuerza en mi corazón.

Después de esta breve introducción, diré que el balche' lo probé por ahí del año 2008 en Kantemó, Yucatán, más o menos; esto fue durante un wajikool, una ceremonia agrícola para agradecer a Dios y los seres protectores por las buenas cosechas. En esa ocasión vi que lo utilizaron para echar sobre la cruz trazada sobre la última capa en el kan lajun tas waj, un tipo de pan ceremonial hecho con catorce capas de masa de maíz, separadas por muy sencillas capas de pepita molida o sikil y que luego se cuece en un horno subterráneo llamado píib, estos constituyen la ofrenda principal. Posteriormente me tocó beberlo de una jícara, la cual me ofreció el jmen u oficiante de la ceremonia. Recuerdo que solo sentí que era agua dulce, eso fue todo.

Platicando con Doña Lupe de Hoctún, Yucatán, ella me obsequió un litro de balche" que tenía guardado de un año anterior después de comentarle que, me interesaba conocer más de esa bebida; me reiteró que estaba consagrado y que lo había traído de un cha’ chaak, una ceremonia agrícola para pedir lluvia a los seres protectores y a Dios. Llegué a mi casa de Cancún, lo metí en mi licorera de vidrio y días después lo probé; el color y sabor era como el del jerez; ligeramente ácido y algunos grados de alcohol. Pensando en los textos de Landita, me pregunté si en realidad “emborrachábanse los indios estos” con el vino sagrado balche'; así que procedí a tomarme copa tras copa hasta que me acabé el litro y yo ya estaba riéndome de todo y brindando por Yuum Chaac. Esta fue la segunda vez que lo caté.

Como se dice, la tercera es la vencida, me tocó estar presente el día que se preparó el balche' en una ceremonia de cha’ chaac, ahí pedí permiso al jmen conocido como Don Repollo para acompañarlos a extraer suhuy ha o agua sagrada en un cenote escondido en la selva. Después de una serie de aparentes obstáculos y explicarle que lo que deseaba hacer era dar a conocer las costumbres mayas, me dejó ir con ellos, desde luego puso sus reglas, no tocar nada y no extraer nada y así lo hice, aproveché preguntarle por la corteza de balché y me mostró un pedazo de la planta, creo que me vio tan emocionada que me lo regaló. En el camino durante el recorrido subterráneo, me explicó la geografía del lugar. Primero me dijo que una de las acumulaciones de agua era el chichan ja o agua chica y que más adelante se encontraba el nojoch ja o agua grande donde tomaría el agua para la preparación del vino maya; incluso me mostró de referencia las raíces de un árbol para comentarme que estábamos en el centro, donde confluían las tres localidades, Izamal, Kimbila y Citilcum en el estado de Yucatán. Pude presenciar desde que pedimos permiso para entrar al cenote, luego para tomar de su agua y al final santiguarnos para no cargar el aire que se encuentra en esos sitios, según versan las creencias. La misión había sido exitosa, el jmen estaba complacido.

Entre el medio día y las tres de la tarde, el jmen comenzó a preparar el balche', echó en una cubeta de zinc, la corteza, el agua y la miel. La bebida fue consagrada durante toda la noche en el altar, para que al día siguiente concluyera la ceremonia y todos pudiésemos disfrutar del convite. En esa ocasión me llevé una nueva botella, pero olvidé que continuaría fermentando y no cambié el líquido a un recipiente de vidrio, la metí a mi refrigerador, al tercer día explotó y ya no pude probarla, mi frustración fue tanta que regañé a mi hijo mayor pensando que él había hecho un batidero y no había limpiado; cuando me di cuenta del terrible error que cometí, pedí la disculpa más sentida, pero la anécdota se le quedó grabada, eso lo sé porque hace poco lo recordó y se rió de mí estupidez porque él ya hace sus experimentos con fermentados, explora la química.

El árbol de balche', también se le conoce como xul o xu’ul, su nombre científico es Lonchocarpus yucatanensi Pittier; es sagrado, melífero, laxante; sobre esto hay mucha información en textos coloniales de cronistas españoles.

La infusión de las hojas de balche' se utiliza para tratar la tos y desinfectar heridas, además el árbol contiene metabolitos secundarios con propiedades insecticidas.

Cuentan los abuelos de Xocén, Yucatán que “el balche' es un árbol destinado para el sacrificio. Fue encontrado por los antepasados. Un jmen estuvo soñando que el Santo Winik le dijó qué árbol necesitaba para hacer vino. Al amanecer el jmen sacó su cuenta de maíz y vio que sí fue cierto. Luego se fue al monte buscando la mata con su espejo. La encontró. Y le puso el nombre balche', porque estaba escondido. El Dios lo tenía guardado (Jardow-Pedersen: 1999: 48)”.

El jmen es el único que puede preparar esta bebida, quien puede cortar la corteza y entrar al nojoch ja para extraer el suhuy ja. En el Códice Pérez y el Chilam Balam de Tizimín, se refieren a los Ah Mol Box o los juntadores de cortezas para preparar el vino ceremonial, palabra que recoge Barrera Vásquez mencionada por un jmen como molboxo'ob; cuya expresión es sagrada y solo los oficiantes la conocen y la entienden.

Existen un par de recetas para preparar el vino sagrado maya, las cuales han sido documentadas y cuyo contenido a continuación compartimos:

“Se cortan 20 a 30 centímetros de corteza del tallo y se coloca en el píib sobre las piedras calientes para que se cueza, ya entonces bien cocida, se saca y se cuelga en la casa, durante la ceremonia, el jmen lleva un pedazo y lo remoja en el agua durante una noche para hacer el vino, mismo al que pone azúcar. Otra receta indica que la corteza se prepara con miel, sacándose dos pedazos que se sancochan o hierven con miel, saliendo en vino (Mariaca: 2010: 79)”.

A través de esta breve explicación, podemos comprender la importancia que tiene esta bebida dentro de la cosmovisión maya, es indispensable conocerla porque a veces podemos encontrar este bien cultural ofertado como mercancía; aquí no trato de discutir quién tiene el derecho sobre la explotación de los bienes culturales de los mayas y mucho menos si moral o éticamente es correcto realizar dicha venta o compra. Aquí solo proporciono elementos para su consideración y la creación de un criterio propio.



El jmen Don Repollo, prepara el balché para la ceremonia de Cha'Chaac en Kimbilá, Yucatán.


Bibliografía:

Avilés Peraza, Gabriela (2015). Balché (Lonchocarpus longistylus): árbol mágico, usos ceremoniales y medicinales. CICY. Consultado el 06 de noviembre de 2024: https://www.cicy.mx/Documentos/CICY/Desde_Herbario/2015/2015-03-19-Aviles-Peraza.pdf

Barrera Vásquez, Alfredo (1989). El Libro de Los Libros del Chilam Balam. Dante.

Jardow-Pedersen, Max (1999). La Música Divina de la Selva Yucateca. Conaculta.

Mariaca Méndez, Ramón (2010). El Huerto Maya Yucateco en el Siglo XVI. UIMQROO.

Marín Poot, Karen (2019). Difusión cultural desde la academia a través de la antropología visual: Las Viandas de Chaak. El Señor Maya de la lluvia, En: Interculturalidad y Educación en Contextos Plurales: Colección Maya’on, Plumas Negras Editorial. 




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