CH’AK CH’OK KELEM: EL GRAN JOVEN PRÍNCIPE DE LA BAHÍA DE CHETUMAL
Bajo nuestros pies, yace la antigua ciudad maya de Lakin Ha, de la que poco se habla y se presume. Nombrada como “Agua donde nace el sol” por los investigadores, la evidencia arqueológica revela que, hacia el año 1250 d.C existía una población pequeña donde sus habitantes se dedicaban a la agricultura y la extracción de piedra, gozaban en general de buena salud, dada su alimentación basada principalmente en productos del mar y los frutos de la milpa.
Sin embargo, más de trecientos
años atrás, hacia el 900 d.C, vivió a quien llamaremos cariñosamente Kelem, de
él, solo nos queda como evidencia de su existencia, un precioso plato que se
utilizó para ofrendar tamales el día de su funeral. Aquí empieza la historia
del Gran Joven Príncipe de la Bahía de Chetumal; quien, como todos nosotros,
miró el verde agua marina de la bahía que brilla intensamente en los días soleados
y durante la época de lluvias, se torna marrón trayendo nueva vida.
Ch’ak Ch’ok Kelem, vivió en
una época de esplendor de la civilización maya antigua, la moda era traer el
cráneo deformado hacia arriba y ligeramente hacia atrás, a usanza de los mayas de
las Tierras bajas de la actual Guatemala, con quienes había mayor dinámica
social y comercial, el plato de Kelem es muestra de ello también.
Para ese entonces, la dinastía
de los Kaanu’l, quienes dominaron por más de 150 años la parte de Dzibanché y
cuya cuna, se dice que fue Ichkabal, ya se habían mudado a la ciudad de
Calakmul, actual estado de Campeche.
Por su parte, los itzaes de
Chichen Itzá, quienes dominaron por alrededor de 60 años Bacalar, según el
manuscrito de Maní; ejercían gran influencia en los puertos de la Costa
Oriental de Quintana Roo, sobre todo en uno de los más importantes de ese
período que se encontraba entre la Isla Pájaros y la Bahía del Espíritu Santo:
el puerto de Chacmool.
Oxtankah tenía poca población
y las evidencias arqueológicas sugieren que solo era utilizado como un
santuario donde las personas iban a depositar ofrendas.
Para ser considerado un joven,
Kelem debió tener entre los 20 y 30 años de edad al momento de su deceso,
lamentablemente no podemos conocer las causas porque como hemos dicho al inicio
de este texto, lo único que tenemos de él, es su plato; sin embargo, basándonos
en investigaciones sobre antropología física del Clásico Tardío, podemos decir
que en general, las personas de zonas costeras, gozaban de buena salud y que
durante esa época también hubo una incidencia en el deterioro de la salud de la
nobleza.
Lo más sorprendente de esta historia es el
lugar donde fue encontrado el plato, todos hemos paseado por el bulevar bahía y
sabemos dónde se encuentra el actual Museo del Faro, pues bien, a los pies del
faro encontraron el plato de Kelem durante las obras de construcción de la
primera pista aérea de Chetumal, Mientras limpiaban el terreno, un trascabo destruyó
un montículo dentro del cual se encontraba una tumba con una gran ofrenda de la
que no se conservó mayor información; el ingeniero estadounidense Roy H. Jones,
quien estaba a cargo de la obra tomó la decisión de conservar el plato de
Kelem, dada su buena conservación y belleza. Tiempo después, Jones se mudó a
Oaxaca donde conoció a Frans Bloom, un arqueólogo y etnólogo danés a quien le
permitió examinar la pieza. En 1950 Blom publicó un artículo para dar a conocer
el plato a la comunidad académica internacional.
En 1985 el plato de Kelem fue
donado al Museo Regional de Antropología, Palacio Cantón, en la ciudad de
Mérida, ahí permaneció hasta el año 2012, cuando regresó al Museo Maya de
Cancún, donde se encuentra actualmente.
El joven príncipe de la bahía
no vivió lo suficiente para disfrutar de las celebraciones del cacao que se
hacían en el mes de Muan, dedicadas a Ekchuah, Chak y Hobnil, pues la fecha que
aparece en su plato, es el 8 Muanil. Kelem, ya no pudo presenciar la ofrenda de
comida, cacao, el sacrificio de los perros y las iguanas azules; no pudo beber
vino tres veces ni seguirla en casa del encargado de la fiesta, tal cual lo
relata Fray Diego de Landa en Las Cosas de Yucatán.
El plato de Kelem dice muchas
cosas, al ser un joven, quizá su historia favorita fue la de los gemelos del
Popol Vuh y sus grandes hazañas, una de ellas versa sobre Vucub Caquix o Siete
Guacamaya, un pájaro monstruoso que en la tradición maya suplantó al Sol
pretendiendo igualar su brillo con el reflejo de sus joyas. Molestos por el
engaño Xbalanqué y Hunahpú lo mataron con sus cerbatanas cuando comía los
frutos del árbol de nance, esta es el pasaje que aparece bellamente pintado en
su plato funerario.
Ahora, cada vez que recorramos
el bulevar, podemos contarle a los visitantes y a nuestros hijos con gran
orgullo que, hace mucho tiempo hubo un Joven Príncipe Maya que vivió en estas
tierras que hoy habitamos y lo llamaremos Kelem.
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