Lluvia de junio




Furtiva lágrima, furtivo amor
sentado, en el silencio siempre
en la esquina de la silla coja
se regodea en su anonimato,
nostálgico manto que lo envuelve.

Advierto un gran nudo en tu mirada,
presa ausente, vaga mi caricia
desde tu cabeza hasta la nuca,
mi respiración muy pronto encalla
en una playa de circunstancias.

Tarde, temprano ¡qué importa!
ese caos nos confunde,
con su torpe coincidencia
otros brazos y otros labios
que el hartazgo diario funde.

Te sobrevivo en el tiempo
como la flor  matutina
que despierta en el rocío
y cuando el sol la acaricia.

Soy el abrazo que añoras
lo que yo respiro, respiras
algo duele, no es el adiós
la lejanía que mata
es el miedo de despertar
y recordar por la mañana.

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