Visión en la Bahía.
“Estoy agotada”, dijo un ave acorralada. La bahía era un
espejo, la brisa suave como caricia materna y mi visión era como la mirada de un
recién nacido, la luz tenue entre los nimbos de tormenta se disipaba en el
horizonte siempre limpio.
Las rocas en la orilla de la playa jugueteaban con las olas
a las encantadas, la ola reía con su sonrisa espumosa tras cada revolcada, hubo
un silencio de mi infancia cuando se reflejó en las aguas el mechón juvenil de
la abuela, la barcaza del bisabuelo apareció anclada muy cerca de mi pecho; los
piececillos de mi madre, caminaban descalzos con la niña de mis ojos hasta
perderse entre la maleza de la orilla de un muro. Habló mi infancia desde las
profundidades de ese mar, calló los pesares para carcajearse de mi cansancio y
el ave intentó su último vuelo, no avanzó mucho cuando se desplomó y la vi
ahogarse poco a poco, lentamente.
Apagué mi cigarrillo, me despedí de todos en mi memoria, pensé
en que el día aún no acaba y que todavía tenía tiempo de estar feliz.
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