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Mostrando entradas de junio, 2013

El último y nos olvidamos...

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  Como te extraño, cuanto te extraño, te sigo hablando con los pensamientos, con los sueños, con las letras de una voz ahogada en una almohada menguante de luna, de sol, de estrellas que recuerdan esta amargura de café, tus ojos pequeños, como de gato azuzado por   tus ansiedades, no así tu risa tus manos, tu humedad lamiendo los pliegues de una cama que no me embona.   Como extraño la esperanza de verte, Cuanto extraño no leerte a escondidas, Ya te he abandonado en un cuento, novela y sigo encontrándote en estos versos secuestrados por tus labios, tu lengua de ofidio precisa como la idea de perderte en un tiempo impuntual, desgarrado en mis pupilas.

NIÑOS LABRIEGOS

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Dejarse enseñar por un niño y sorprenderse con lo que tiene que decirnos es una experiencia gratificante. Habían cinco niños contando a Fernando (mi hijo) quien no tardó en hacer amistad con Chelito, un niño que apoyaba a su familia acarreando hierba recién cortada hasta la albarrada de nuestro terreno en Tixhualactún. Cuando regresábamos de Valladolid con el desayuno nos lo topamos con su mamá yendo a su casa a comer algo pues ya no aguantaba el hambre y a decir verdad, nos habíamos demorado entre la preparación de los alimentos y la búsqueda de una llave. Les dijimos que ya llevábamos la comida y subieron a la camioneta para regresar al terreno. Después de desayunar agachados con mesas improvisadas nos dispusimos a sembrar mientras los demás terminaban de chapear. Los niños Chelito y Edwin se sintieron atraídos por las semillas y observaban curiosos lo que hacíamos hasta que les invitamos a participar en la siembra, gustosos aceptaron ayudar, a Edwin se le asignó la bolsa con
Sólo hoy me permito descomponerme y sólo hoy te pregunto: ¿Dónde estás?

De la pendejez

Un Par de Pendejos Eso parecemos, buscando consuelo En teorías que no nos hemos permitido creer Valiente par de pendejos Buscando explicaciones complicadas A algo tan elemental como coger Dos pendejos que abandonan su fe En su único Dios cuando no escondite De avestruz llamado librero ¡Ay! Par de pendejos Más lejanos, espías callados “Ahí no más” decía Clavillazo Deambulando en un escollo Anclado en la cabeza ¿Y qué es un pendejo sin su coetáneo? Una zarzuela sin el canto.

Mal despertar

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Estaba en un lugar desconocido, atardecía en la playa y buscaba desesperadamente un restaurante para comer, dijeron que el que había elegido estaba lleno y con gente esperando fuera; así que subí una duna de arena blanca y debajo se veía un restaurante de arquitectura colonial y claramente vi como un niño travieso bajaba montado en el barandal de la escalera, perdió el control y cayó al piso desde una altura considerable como para romperse el brazo, la pierna y dislocarse la mandíbula, ninguna relación tenía con ese niño... bajé corriendo las escaleras a tiempo que buscaba a mi hija que también había caído de esas mismas escaleras, afortunadamente no sufrió gran daño, yo le consolaba porque según una paramédico le había dicho que por la caída no iba a poder tener hijos cuando fuese grande, yo le decía que no tenía sentido lo que decían los paramédicos que para dar ese tipo de diagnóstico tenían que realizarle pruebas especializadas por médicos especialistas. Lo que detonó el llanto es