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Mostrando entradas de junio, 2016

LLUEVO

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Un cielo molesto gruñe lo que anhela aquí la lluvia no llueve es la tarde más soleada de todas y entre los nimbos retumba el eco del trueno apenas es luciérnaga la luz del relámpago las aves vuelan y sus trinos son pesares levedades que se arremolinan en el reflejo de tus ojos milenarios gran roble. Destino cada fuerza de mis días a encontrarte en la brisa matutina, en el cantar metálico y las pesadillas más valdría hundir los deseos en una almohada impregnada del musgo de los recuerdos tersos como el andar húmedo de la lengua y los dedos que trepen tu corteza. Sin veces huye la sombra a mi desvelo esa tonta nocturna que me abandona huérfana de todo y todos me he quedado sin puño, sin tu mirada de abismo luminoso y es en este día, en esta hora de pesadumbre minutos y segundos de latidos descompuestos como cuando al reloj se le acaba la batería el momento en el que la semilla germina porque lo que la lluvia no llueve, lluevo.

En otro aire...

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Las tardes se desangran tras el beso rasga-dura Presencia del dolor, la ausencia, la distancia El abismo de sombras que cuelgan de las ramas Escucho su aleteo de viento en el halo de la luna. El árbol se estremece desafiando las miradas. Devuelvo el reproche de un iluso lucero ¿Cómo es que bermeja te antojas enamorada? Como el calor de verano es la noche de tu sueño. Fotografía: Luis Salazar

Nado la nada...

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No importa si le tengo que echar más agua al último café de la noche, su amargura se la debo a la luna sin poeta que espera silente a que vaya la inspiración en el soplido del hálito salino, el mar, viejo y muy querido amigo. Hundidas las barcazas, de polizones los besos, naufragan, se ahogan, se pierden nadando hacia los abisales de peces ciegos. Pienso en lo irremediable de la novedad y en la antigüedad de un alma que ya no existe porque no hay quien se reconozca en ella. Libre. No decido entre dejar los brazos o las piernas en la orilla. El sol bañará las miradas sin dirección en el largo y vasto espacio de los amantes que vacían su amar en el océano. Y si al medio día pierdo la sombra, cose mis labios para no gritar mi horfandad a la rosa de los vientos. Estrella de mar y cielo que se perpetúa en los ojos del pescador, única querencia de la tormenta. Un día regresé sola del mar y  la casa no era hogar, entonces grité mi soledad y mis ojos fueron océano de un instante, la

El Acorde del Viento

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Antes de hacerse pedazos el cielo a un paso, se encuentran la fugaz estrella y un deseo el dolor de la distancia es efímero juego que desprenden las miradas como soles de otro tiempo. Como el pez muerto hoy decido nadar la nada de tus caricias y besos el abrazo impuntual de las horas perdidas en los signos de tu cuerpo. A veces el odio es tan grande en mi pulso izquierdo porque es tanta la ausencia que viaja en las alas del viento vive y sueña, en el acorde en la voz de mis noches cuando a lo lejos de ti muero.