Mi nana Clarita me contaba por las noches poco antes de dormir y después de rezar, que hace mucho tiempo existió un ser mágico que dejó su pequeña aldea para ir en busca de aventuras, deseaba ansiosamente quitarle la pereza a su existencia. Buscó un lugar donde levantar una casa alejada lo suficientemente del mar para evitar que las tormentas la destruyeran y lo suficientemente cerca para ir a contemplar cómo nace el sol y la luna tras el paso de la tierra. Si alguna vez un duende te invita a su casita a beber café por la mañana, procura ser cautelosa, decía. El duende mostrará que está contento de recibirte en su hogar, te enseñará cada rincón no esperando comentario alguno, si te pregunta responde amablemente pero sé sincero, porque a pesar de estar acostumbrado a la soledad, te pilla la más mínima mentira viéndote con sus ojos rasgados y marrones que parecen despedir chispas de un fuego interior. Todo es pequeño en su casa, menos sus desbordantes sueños. Si el duende te ...