EL CÁNTARO AGUJERADO
Llevaba días mirando obras pictóricas de van Gogh, había compartido un par de ellas por las redes sociales. El sol apuntalaba con su tradicional candor tropical. La noche anterior no había dormido bien debido a una alergia que le sometió a guardar reposo mientras el antihistamínico hacía efecto. Era sábado, medio día, tenía hambre y lo primero que hizo fue tomar su teléfono para escuchar de la voz de un amor lejano los buenos días; entonces se levantó, se dirigió al baño y vio su rostro enmarcado en un espejo sucio de pringas de jabón y dentífrico, ya no llovía en su faz mas afuera los nimbos amenazaban con verter agua a cántaros. Tenía hambre y furibunda rumiaba un par de ideas para su trabajo que por retraso había sido cancelado para entrega esa semana, lo cual se traduciría en una merma de alcohol, café y cigarrillos. El sonido de su estómago la impulsó a salir de su estancia, dio el primer paso para cruzar la puerta y a sus pies un cigarro marlboro rojo, pensó –de los que ...