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Mostrando entradas de abril, 2015

El Rostro de mi Sombra

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La conciencia pesa... La conciencia apresa...   La conciencia es presa... Mi conciencia se funde si la lumbre de tus ojos me mira Es prístina como el eco ausente e inaudible de tu risa Se corrompe si acercas la brisa marina de tu aliento La conciencia ex-presa La libertad dada a los pájaros La libertad de amar no es acto Hasta que no estás consciente de que no existe otra forma de hacerlo.

II

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¿Dime si sientes la llama convertirse en brasa? Remover las cenizas para revelarnos con fuego nuevo Lentitud mítica de lumbre que todo lo funde con su bermejo candor Esa ceniza de utilidad doméstica Que mi abuela utilizaba para proteger sus ollas del tizne Cuando aún las tres piedras Eran testigos de su sazón entrañable La ceniza que alimenta las tierras del labriego de estos lares Para que la gracia crezca siempre bella Mezclada con agua corroe la firmeza del metal Y blanquea de las jícaras su interior También ablanda el agua dura Mitigando un poco el arduo trabajo de la lavandera de río Marca la fe del creyente en su frente La ceniza que vio al Fénix renacer… “Donde hubo fuego cenizas quedan” Versa un dicho popular Hoy digo que debajo de las cenizas Siempre aguarda una sorpresa.

Pero en serio ¿Valió la pena?

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Ya no podíamos escribir como en esa época, en los años oscuros cuando creíamos que el numen podría pertenecernos,   cuando era fácil creer que se haría la Gran Obra,   el poema de gran hálito con la música y el significado que nos darían los dioses (cómo no creerlo),   que la poesía y el ángel, la figura y la forma serían para nosotros. Pero al mirar lo que escribíamos a lo largo de los años se hacía conciencia de que las alas de los pájaros no,   definitivamente no, no aleteaban con un ritmo propio,   que en efecto y así y claro no podíamos decir exactamente lo que queríamos decir, que en poesía, salvo un ramo de poetas cada siglo, los demás debemos resignarnos para ser los lacayos que conducen el carro de los grandes, y sin embargo, y sin embargo aseguro que al menos la poesía me dio otras cosas: una manera de mirar la mirada de los pájaros migratorios,   de armar desde el sueño imágenes de la pintura y del cine,   de apreciar más a fondo la ligere

Te extraño.

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Te busco en cada pinche letra en cada maldita imagen y esta distancia me jode, me parte y reparte desperdigando los suspiros que no son nada porque su anonimato se funde en la añoranza de una barca sin timón ni destino. Se gesta sola con la marea siempre alta donde revientan mis deseos, tus brazos rocas afiladas peinando una a una las olas que irremediablemente me llevan a la orilla de esos tus labios.