Sin Destino
Iba Adelina caminando por la vieja estación de ferrocarriles, sin rumbo alguno se detuvo a contemplar las paredes arruinadas que expelían un olor nauseabundo, a meados, a cadáveres de animales, pensó que la inmundicia en la cual había estado viviendo se le parecía mucho, no lograba dilucidar si estaba a nada de atreverse a escapar con su antiguo amor de adolescencia y dejar a todos y todo atrás. Pero Saúl nunca llegó, a fin de cuentas tenía una vida acomodada, anhelada por largo tiempo mientras trabajaba y estudiaba simultáneamente, sufriendo la castración de su madre continuamente, extrañando las enseñanzas de su padre difunto y la facilidad con que conseguía amores de una sola noche entre reuniones bohemias de amigos intelectuales y artistas. Ella deambuló por las rieles sin siquiera derramar una lágrima, después de todo aquella noche del reencuentro todo fue como un huracán y ahora mismo se encontraba en el ojo, a punto de dejarse llevar en sentido contrario a su dignid...