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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Canto y sal

Vacía es mi palabra, si acaso un sollozo la escucha No tener, es albergar una ilusión marchita Y en los troncos nevados de una laguna salina Impuesta en la nada acecha…   Sonido acústico de un caracol Himno del páramo alcaloide que invade Tras días encallado en una luna menguante, Hecho jirones la   almohada   evade.

Recuerdo errante.

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Apuntes de una novela

"-La guerra me arrebató a mi novia, dos hermanos y una pierna. Hay que ser fuerte para superar algo así y mirar sin angustia hacia el futuro. Y yo no lo fui. Me faltó el coraje y, por eso, me refugié en el pasado. Retrocedí hasta el Medievo -dijo desplomándose en la silla otra vez y tirando la muleta al suelo. El ruido sonoro de la madera al estamparse contra las baldosas no pareció alterarle-. Entre los códices, las crónicas y las cantigas hallé el sosiego que la memoria y las pesadillas me robaban. De ellos hice algo más que mi profesión de medievalista: los convertí en una guarida en la que cobijarme a lo largo de estos años." "-Es para ti, lo que te falta por saber de mi profesor y de mí, para que nos entiendas a los dos un poco mejor. Para que sepas qué nos llevó a ambos a dar ese paso que ahora has dado tú: poner tierra de por medio y lanzarnos sin red a lo desconocido, sin previsión ni constancia de lo que habríamos de encontrar. Convertirnos en el otro, en

Desde el fondo

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Me duermo y me despierto con esa imágen lapidando los textos. Uno, dos, tres viajes pueden exorcizarle de mi pensamiento. Un millar de canciones por siete horas consecutivas dedicadas a ello pueden hacer que me fastidie de traerle en la cabeza. Sólo el amor puede poco a poco con su pósima mágica diluirle hacia atrás através del tiempo. Hoy sucedió que me encontré no pensándole, quizá fue el hastío de recordar...    

Por cierto...

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Evocar viejas añoranzas sin perderse en el intento es una proeza inenarrable, no sólo porque hemos tenido la valentía de despertar demonios y departir con ellos en una noche de luna menguante y volutas de humo; también porque constituye la batalla infinita entre nuestros miedos muchas veces infundados.   El triste misterio que envuelve esa vuelta atrás con miríadas de estigmas no es más que una aventura ociosa y perniciosa. Son los momentos en que el alma se desnuda y se redescubre en las penumbras, lapso de tiempo en que la reconocemos y como maldición eterna la rechazamos una, dos, tres; las veces que sean necesarias hasta hacerla desaparecer de nuevo.   No, no eres tu  -decía susurrandome al oido- eres esa parte de mi detestable y absurda como la noche que dormí contigo abrazada a la nada de tus deseos y al todo de mi miseria. No, no eres tu -decía gritando en el silencio- con tesitura de allegro molto vivace. Te extrañaba y lo sabes, lo sabes Medea.   Aún ungida co