MALACATES: EL HILADO DE ALGODÓN EN EL SUR DE QUINTANA ROO
“Toma mi llave y agarra lo que quieras”, eso me dijo mi difunto abuelo Lázaro cuando todavía yo era estudiante universitaria y realizaba mis tareas de lengua maya y etnohistoria con su ayuda. Ese día abrí su cómoda y observé que tenía monedas antiguas, libros y un malacate prehispánico maya que había encontrado en su ranchito de Calderitas, Quintana Roo; más o menos en las periferias de lo que fuera la antigua Ichpaatún. Así llegó mis manos el primer malacate, yo no sabía lo que era, de hecho, en un inicio pensé que era una cuenta con la cual yo podría hacer un collar; sin embargo, nunca lo hice y permaneció como tesoro de exposición en uno de mis libreros. El segundo malacate me lo encontré escarbando en un montículo muy derruido, recuerdo que esa vez fui de expedición a los montes de Calderitas con mis primos, si la memoria no me falla, recuerdo que ellos encontraron un pedazo de navaja de obsidiana que tenía un filo muy fino y me parece que un bracito de algún muñeco de barro, l...