LA DIFERENCIA-L

Otra vez la gente, con esa máscara de sosegada preocupación por el prójimo, grosera y egoísta: la gente de la ciudad. Esta mañana he sentido un gran alivio al ignorar el grito, sí, el grito protagónico de un chafirete que se sintió con la consigna moral “¡Cheque su llantaaa!”, una especie de falsa camaradería. Movido por el prejuicio, con la desfachatez de quien posee la verdad sobre las cosas, se dio la licencia, fuera de todo decoro para emitir una tonta advertencia. Estoy casi segura que, desde su “empática” postura, a él le hubiese gustado que, si su llanta tambaleara ligeramente, una persona con el mismo nivel racional, lo hiciera por él; a arrancones, a alcances, a frenos intempestivos y finalmente explotar en sonoro bramido hacia un interlocutor inexistente, cuya finalidad fue IGNORADA, porque del otro lado; mi llanta lleva así alrededor de dos años, mismos en los que no he podido comprar las piezas para que deje de ser un fastidio para mí y una patética disyuntiva moral pa...